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LA UNIÓN - PORTMAN - ATAMARIA

02 de febrero de 2019

SIERRA MINERA

Iniciamos el recorrido en el Parque Minero de La Unión, un conjunto de instalaciones mineras rehabilitadas entorno a la mina Agrupa Vicenta. Vemos un poco el entorno sin visitar la mina que nos llevaría mucho tiempo. Almorzamos aquí y continuamos el recorrido por la vía más emblemática de la sierra minera, la carretera 33, que cruza la sierra de la vertiente norte al sur por el paso natural del collado de las Lajas (290 m). Durante el recorrido se pueden ver diferentes restos de antiguas explotaciones mineras y formaciones de la gran actividad geológica de la sierra. En Las Lajas comenzamos el descenso hacia Portmán. El paisaje cambia y llegamos a la Crisoleja, una zona de tierra roja que contrasta con el verde de la vegetación. Más adelante llegamos a la Corta de San José, una explotación minera a cielo abierto que deja un impactante paisaje lunar. Retomamos la carretera 33 hasta Portmán. Cruzamos el pueblo para enlazar con la parte Este de la sierra. Pasamos por la villa romana de la huerta del Paturro para, a través de una calzada romana, llegar a la base del monte de las Cenizas. Nos dirigimos hacia El Llano (el tercer pueblo de la zona minera) por la sierra de Atamaría, el paisaje ha cambiado totalmente, nos encontramos en una zona con más vegetación. Bordeamos la Peña del Águila junto a unas antiguas terreras. Tras una subida suave llegamos a la parte más alta del recorrido (300 m.) con unas buenas vista del Mar Menor, y desde aquí nos dirigimos al complejo minero El Lirio, una de las minas más importantes en su época.

Un paseo por la historia de la minería desde los romanos hasta las últimas explotaciones en los años 80.     (Copyrigh de Anem Anant)
Distancia 16,8 km
Dificultad Media-baja (casi todo el camino es por pista de tierra)


























































Complicidad político-empresarial: en Portmán contaminar salió gratis

27/04/2016

Los vertidos a la bahía de Portmán cesaron el 30 de marzo de 1990 y en diciembre de 1991 los mineros, tras intensas protestas, firmaron sus despidos con Portmán Golf. Desde 1992 prácticamente no ha habido un año sin que se anunciase el comienzo inminente de las obras de regeneración de la bahía. Tras el espantoso ridículo hecho con la ‘desaparición’ del expediente de adjudicación en 2012 y la posterior apuesta por el aprovechamiento minero de los residuos por la empresa alemana Aria S.L., cuyo propietario acabó detenido por estafa en 2014, hemos vuelto a la casilla de salida y se han adjudicado las obras, no sin polémica, según el proyecto de 2012. Otros cuatro años perdidos, van veintiséis y mejor no hacerse ilusiones, la orden de inicio de las obras la tendrá que dar el nuevo gobierno aún por llegar y esto significará casi con total seguridad más dilaciones.
Lo ocurrido desde 1991 es indignante, pero no es nada comparado con el origen del problema. Éste tiende a olvidarse aunque supone un buen ejemplo de la complicidad entre poder económico y político y su continuidad desde el franquismo hasta nuestros días. En 1946 Peñarroya absorbió por completo a la que desde 1930 había sido su socia al 50%, la Sociedad Zapata-Portmán. Los caciques tradicionales, el mítico tío Lobo, su yerno Tomás Maestre y sus descendientes, eran sustituidos por una empresa transnacional de capital francés, propiedad para más señas de la muy poderosa e influyente familia Rothschild. Curiosamente, aunque la Ley de minas de 1944 exigía que al menos el 75% de la propiedad de las empresas mineras fuese española, el Consejo de Ministros decidió que se incumpliese su propia ley y permitió que Peñarroya explotase la Sierra Minera de Cartagena-La Unión prácticamente en régimen de monopolio y en condiciones neocoloniales.
La multinacional contaba con buenas conexiones en las altas esferas del Estado. Jesús Romero Gorría, letrado del Consejo de Estado desde 1942, fue presidente de la Sociedad Minero Metalúrgica Peñarroya hasta que en 1957 fue nombrado Subsecretario del Ministerio de Trabajo, cartera que acabó dirigiendo entre 1962 y 1969. Ya en los años 80, en plena democracia, Romero Gorría volvió a la presidencia de la empresa mientras era también miembro del Consejo de Estado. No son un invento reciente las ‘puertas giratorias’.
En 1957 Peñarroya comenzó la explotación a cielo abierto y los vertidos al mar: una gran inversión en capital, poca mano de obra y una enorme tasa de beneficio. El Ministerio de Obras Públicas había negado dos veces los permisos para los vertidos y había hecho una serie de recomendaciones. A pesar de no cumplir con ninguna, la multinacional obtuvo el visto bueno en 1959. Justo ese año había contratado como ingeniero de minas a Tomás Martínez Bordiú, hermano del yerno de Franco. El lavadero Roberto empezó procesando 876.000 toneladas de tierra al año y en 1978 llegó a la cifra de 2.900.000 toneladas. A día de hoy unos 30 millones de toneladas de estériles mezclados con metales pesados y reactivos químicos como el sulfato de cobre, el cianuro sódico o el ácido sulfúrico colmatan la bahía.
Coincidiendo con una crisis de cotización del mercado de metales Peñarroya vendió en septiembre de 1988 todos sus activos y pasivos de la Sierra Minera a Portmán Golf, una empresa recién creada por dos promotores inmobiliarios de la comarca, Alfonso García y Mariano Roca, entonces bien relacionados con el poder político murciano. El precio acordado fueron 200 millones de pesetas, una cantidad que pareció ridícula a casi todo el mundo, especialmente a los trabajadores que en poco tiempo acabarían en la calle. La intención declarada de Portmán Golf era sustituir paulatinamente el negocio minero por el de la urbanización y el turismo, dejando -eso sí- la responsabilidad de la regeneración ambiental en manos de las administraciones públicas. La sensación generalizada era que Peñarroya había buscado una manera de cambiar un negocio por otro sin asumir los gastos a los que le obligaba la ley. Cierto o no, la realidad es que la multinacional francesa desapareció sin necesidad de invertir ni una peseta en reparar los daños ambientales de los que era responsable.
Incluso la justicia avaló esta huida en 1993 aceptando que la empresa disponía de los permisos gubernativos pertinentes para realizar los vertidos sin cuestionar la legitimidad de los mismos. El Tribunal Superior de Justicia de Murcia siguió exactamente la misma lógica que el Tribunal Supremo franquista que en 1972 desestimó el recurso del Ayuntamiento de La Unión argumentando que se debía “tener respeto por industrias como la de la sociedad Peñarroya-España, de gran interés por su importancia y por el número de puestos de trabajo creados”, es decir, que una empresa a partir de determinado tamaño debía ser inmune.  
La explotación obrera y medioambiental alimentó los balances de la multinacional Peñarroya durante más de 30 años con la connivencia del poder político. Que la regeneración la pagase quien se lucró contaminando sería lo mínimo exigible, pero llegados a este punto estoy casi seguro de que la mayoría de los murcianos y especialmente los vecinos de Portmán se conformarían con que se hiciese por fin sólo un poco de justicia y no un favor a la medida de intereses económicos espurios.


"La regeneración de la Bahía de Portmán es el proyecto de restauración ambiental más importante de España"

Resalta que este Gobierno ejecute este proyecto de recuperación ambiental largamente demandado, para lo que invertirá más de 33 millones de euros

11/05/2018
La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, visitó ayer las obras de regeneración ambiental de la Bahía de Portmán, en La Unión (Murcia), que acomete el Ministerio con una inversión de más de 33 millones de euros, lo que la convierten en “el proyecto más importante de restauración ambiental de España”.
La ministra ha estado acompañada por el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras; por el delegado del Gobierno, Francisco Martín Bernabé; por el alcalde de La Unión, Pedro López Milán, y varios de sus concejales; por la directora general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, Raquel Orts; y por senadores y representantes de diferentes entidades.
La ministra ha destacado la importancia de esta obra y de recuperar medioambientalmente este espacio “tras muchos años sin respuesta”, poniendo en valor que haya sido este Gobierno quien afronte estos trabajos de restauración en un entorno de la costa murciana que ha sufrido graves daños por la contaminación tras décadas de vertidos de las minas de La Unión, que colmataron la bahía.
Los trabajos, que llevan año y medio en marcha y que se extenderán hasta 2020, pretenden recuperar la ensenada, para ponerla a disposición de todos los ciudadanos para su disfrute con todas las garantías ambientales, haciendo retroceder la línea de costa más de 250 metros, regenerando la playa con arena local y nueva y trasladando los rellenos a una antigua corta minera.
Las obras marchan al ritmo previsto, y se prevé que este año concluyan los trabajos previos necesarios, incluidas las balsas de decantación, la preparación de la corta minera donde se depositarán los residuos retirados y la cinta transportadora que debe llevarlos hasta ella, de tal manera que en 2019 se acometerá el grueso de los trabajos de dragado y tratamiento de lodos.


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